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Archive by category "Spain"

Ibiza

Este año ha sido la primera vez que he estado en Ibiza en temporada alta. El resto de veces que estuve allí fue junio, septiembre, o incluso abril, y la verdad es que se nota la diferencia. Se nota en la cantidad de gente que hay (en el avión de vuelta, mi vecina de asiento me comentaba que volvía decepcionada por lo masificado de las calas) y se nota en la cantidad de barcos que hay. Darse un paseo por las marinas de la ciudad de Ibiza es un escándalo del lujo que se ostenta.

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Esos días en Ibiza fueron muy relajados. Especialmente en cuanto a calas se refiere, ya que sólo pisé una cala en toda mi estancia. Me dediqué en cambio a hacer un poco del otro Ibiza. El primer día estuve viendo a David Guetta en Ushuaïa, en lo que es un show impresionante. 5000 personas en una fiesta al aire libre hasta las 12 de la noche, el mundo VIP haciendo gala de un derroche de dinero, difícil de ver en otros lados, y con un claro interés desde el punto de vista antropológico, social, y económico, claro.
Hablando de dinero, lo de los barcos es escandaloso. Los barcos que yo normalmente consideraba bastante llamativos  eran ahora pequeños en comparación con el resto de los que estaban atracados al muelle que está pegado a la ciudad. El Prince Abdulaziz de la familia real saudí, el segundo barco más grande del mundo, aunque con muchos años, sigue siendo imponente. Y con muchos menos años y un tamaño descomunal estaba el Tatoosh, el segundo barco (parece que el Octopus es el “bueno”) de Paul Allen, el fundador de Microsoft, con piscina, helipuerto, y con dos embarcaciones auxiliares: un “pequeño” yate a motor, y un velero.
Pero Ibiza no es sólo ostentación, derroche de dinero y calas. También es naturaleza, como la excursión que hicimos desde Ses Salines hasta Cap Es Falcó. Empezando antes de que la playa se llenara, y con el mar todavía tranquilo, las vistas desde lo alto de los acantilados recordaban porque la gente empezó a ir la isla, y por qué año sí, año también, me dejo caer por allí.

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Cuenca

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Cuenca es el río Júcar, y sus acantilados; es las Casas Colgadas (que no Colgantes!); es su Catedral del siglo XIII; es su Ciudad Encantada; y es su historia marcada por estar justo entre Valencia y Madrid, a tiro perfecto para una excursión de día desde ambas ciudades, y perfecta para un finde relajado.

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El río Júcar es inevitable no percibirlo ya que es el que causa toda la orografía del terreno, gracias al efecto de su agua y del viento sobre la roca calcárea, que causa ese tajo tan característico. Tajo sobre el cual cuelgan las Casas Colgadas que tanta fama dan a la ciudad, y que parece que se vayan a caer de un momento a otro. Su catedral del siglo XIII gobierna la plaza central de Cuenca y su PORTAL es impresionante; y la Ciudad Encantada es una clase de geología en vivo y en directo. Por supuesto, Cuenca es también comer bien, y protegiéndonos del frío con algo ligero: no dejéis de probar el morteruelo, una pasta hecha con carne de caza que te hará recuperarte de todos los males.

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Por último, su ubicación, tan valiosa hoy en día, también lo fue durante la Guerra Civil, por lo que siempre fue objetivo y formó parte de la retaguardia de ambos bandos. Una visita bastante recomendable por lo espectacular de la construcción es el refugio antiaéreo que se construyó para defender a la población de los diarios ataques aéreos alemanes e italianos. Aunque he visitado bastantes refugios antiaéreos, el de Cuenca es, quizás, uno de los más espectaculares ya que fue hecho a base de mazas, barrenas y dinamita, cuyas marcas aún se pueden ver y su ubicación debajo de un monte le da algo especial…. Tan especial que, después de la guerra, y antes de hacerlo visitable, se utilizó para criar champiñones.

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Costa Blanca

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No hay mejor manera de despedir el verano que a bordo de un velero. Esta vez el afortunado de tenernos a bordo fue el Malta Blue, un Dufour 40, con base en Alicante, con el que recorrimos media provincia durante 4 días bajo unas condiciones idóneas para la práctica de la vela… sobre todo si vas en un barco tan “regatero” como éste. Debido a lo movido de la previsión, decidimos dormir todas las noches en puerto, sin destacar ningún percance en ninguno de los atraques y desatraques.

Salimos del puerto de Alicante (1) directos al pequeño paraíso que es la Isla de Tabarca (2) donde fondeamos y nos tomamos un arroz de manual. La digestión la hicimos en dirección al puerto de El Campello (3), donde llegamos poco antes que anocheciera.
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El segundo día, con 20-25 nudos de viento real del NE según el anemómetro del barco, nos dirigimos al Islote de Benidorm (4) donde esperábamos poder encontrar un poco de refugio en las boyas, pero las únicas que había estaban bastante expuestas. Aún así, conseguimos amarrarnos a una de ellas y disfrutar de una movida comida, para partir hacia el Puerto de Altea(5) en lo que sería el tramo más animado del viaje: el viento ya estaba formando olas de cierto tamaño que nos entraban de través en el barco.

Al día siguiente, fondeamos en el Mascarat (6), cerca de Calpe, para emprender el camino hacia el Sur de vuelta por la tarde. Este tramos hasta el Puerto de Villajoyosa (7) fue el más rápido de los 4 días gracias a que tanto el viento como las olas venían de popa y la velocidad media según GPS fue de más de 7 nudos. Llegamos tan pronto que hicimos unos cuantos virajes delante de Villajoyosa para no llegar demasiado pronto al puerto.

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El último día, domingo, fue el más calmado, fondeo en la Playa de San Juan (8) para comer, bañarnos, y saludar a la familia desde la distancia, y tranquila vuelta al Puerto de Alicante por la tarde con tiempo para repostar, atracar, terminar de recoger y darnos una ducha en el Puerto. El colofón lo puso la horchata en la Explanada antes de volver a Madrid.

Córdoba y Tablas de Daimiel

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Julio. Córdoba. Dos palabras que dentro del ámbito de las decisiones racionales nunca deberían ir unidas, pero que por gajes del destino y muy buenas razones (una boda de amigos muy queridos) el año pasado sí lo estuvieron.

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Fue una visita un poco exprés porque la boda no era en la capital, pero nos dio tiempo a hacer un poco de turismo y comer con algún amigo perdido por allí. Una visita a Córdoba no se puede considerar tal si no incluye una visita a la Mezquita de Córdoba, que aunque ya no ejerce como tal, conserva todo el arte musulmán previo a la reconquista intacto (menos en aquella zona donde se ha instalado una iglesia cristiana, claro está).

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La visita a la mezquita debe ser seguida por un paseo por la judería con o sin destino. Cuando voy por esos barrios de casas blancas y calles estrechas, me recuerda al barrio de Santa Cruz en Sevilla, con muchas tardes de domingo perdidas por allí, y acabar observando el puente romano que cruza el Guadalquivir.

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En este caso, la ruta acabó con una comida basada en salmorejo-fusión (alguno de los salmorejos no tenía ni tomate!) en el Mercado de la Victoria, un mercado reconvertido en lugar de tapas, al estilo del Mercado de San Miguel o de San Antón en Madrid.

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A la vuelta de Córdoba y de la boda, antes de llegar a Madrid, nada mejor que parar en las Tablas de Daimiel. Un lugar cientos de veces visto anunciado en la A-3 y en la A-4 y nunca visitado. Probablemente no fuimos en la mejor época (julio) ni por cantidad de agua, ni por cantidad y variedad de aves. Los humedales, formados por el agua del Guadiana, ofrecen cobijo a una gran variedad de fauna a lo largo del año. La visita está cómodamente organizada con diversas rutas que discurren entre los humedales y permiten la observación de las diversas aves que lo habitan.

Granadella & Moraira

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Fin de semana tranquilo, a bordo del Faluca II. Justo entre dos puentes en Madrid, y con poco tráfico hacia Levante. El mar, apto para todo tipo de sensibilidades y estómagos. Fuimos con mar de popa casi toda la travesía, y el viento tampoco nos dejó exprimir al máximo el velamen. El objetivo de este fin de semana (ir un poco más allá en probar nuestras capacidades marineras estando “al mando”) se cumplió sobradamente: fondeos (y desfondeos) exitosos a la primera, noche fondeados en cala, embarcación auxiliar con motor, atraco en boya, e incluso baño en alta mar (si no sopla viento de navegar, es que hace tiempo de bañarse).

Siguiendo los consejos de un gran conocedor de la zona, salimos de Denia, y paramos a comer en Granadella (1), una cala espectacular y que yo sólo conocía por Instagram (y sin haberlo preparado, me ha salido un pareado), para seguir la travesía hacia el Sur y fondear en El Portet (2) en Moraira. Al día siguiente, vuelta hacia el norte, baño a un par de millas de tierra (el mar era una piscina de agua salada), y rumbo a Jávea a practicar atraque en boyas (3) y comer. Por la tarde, tras cruzar el cabo de San Antonio, por fin subió el viento (en el puerto esto no parecía tan buena idea), e hicimos un par de virajes por aquello de ponerle un poco de salsa, a puerto y de vuelta a casa,

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